viernes, 4 de octubre de 2024

Memorias de mi inexistencia (2020), Rebecca Solnit

 

“Caminar era mi libertad, mi alegría, mi medio de transporte asequible, mi método para aprender a entender los lugares, mi manera de estar en el mundo, de reflexionar detenidamente sobre mi vida y mi literatura, de orientarme”


Debo decir que estuve tiempo releyendo las citas y páginas marcadas en este libro (que leí hace tres años), pero luego olvidaba plasmarlo por aquí. Recuerdos de mi inexistencia son las memorias de Rebecca Solnit, reconocida escritora estadounidense que ha escrito sobre temas tan diversos como feminismo, política, arte y medioambiente, y que además es la creadora del ya popularizado concepto “mansplaining”, a partir de su elemental ensayo Los hombres me explican cosas, publicado el año 2014. 


En estas memorias, presentadas a modo de ensayo, Rebecca Solnit nos habla sobre su vida, claro está, pero entrelazada con profundas reflexiones en torno al lugar que ocupamos las mujeres en las sociedades contemporáneas, la otredad y la gentrificación y también la literatura. Todos estos temas, apasionantes y conectados entre sí, son abordados con gracia y fluidez.


Este ensayo es profundamente inspirador. A través del relato de los años clave de su formación e independencia, en las décadas de los 70 y 80, la autora busca inspirar a otras mujeres en sus propios caminos de autodescubrimiento. En este libro, nos muestra cómo fue encontrando su voz y cómo la utilizó tanto en su escritura como en su posterior labor como investigadora. Su valor reside, a mi modo de ver, en la capacidad de nombrar e identificar situaciones (conflictos, injusticias, alegrías), para luego experimentarlas, narrarlas y, finalmente, darles forma mediante un relato conmovedor.


Solnit es una vehemente feminista y escribe sobre cómo los hombres/la sociedad (patriarcal), una y otra vez, no se dan el tiempo ni las ganas de tomar en serio a las mujeres, y así, entre otras cosas, continuan con la odiosa costumbre del mansplaining. En una sociedad que reiteradamente nos silencia mediante la violencia, el desprecio y la indiferencia, la autora recuerda cómo a lo largo de su vida tuvo que aprender diversas estrategias para volverse invisible y así no incomodar ni tampoco exponerse a los peligros que veía a diario: “Me convertí en una experta en evaporarme, deslizarme y escabullirme, en retroceder y zafarme de situaciones difíciles, en esquivar abrazos, besos y manos indeseados, en ocupar cada vez menos espacio en el autobús, en desligarme poco a poco o en desaparecer de golpe: en el arte de la inexistencia, ya que la existencia era muy peligrosa”. Estas sutiles formas de desaparición expresan firmemente el acoso sexual y las amenazas de las cuales somos objeto constantemente. La desaparición y la no-existencia son el argumento que conecta todos los relatos del libro. No puedo sino recordar tantas conversaciones con amigas, tías y mujeres adultas muy queridas sobre este tema. 


Rebecca Solnit, escritora estadounidense (1961 - )

Hace un tiempo leí Una guía sobre el arte de perderse, otro imperdible de Solnit, donde la autora nos invita a repensar la sociedad occidental a través de la idea de la otredad. Al igual que en Recuerdos de mi inexistencia una gran parte de la narrativa se centra en los márgenes y los movimientos. Solnit habla de sus vecinos negros, la población marginada expulsada a las afueras: "Existen muchas maneras de obligar a las personas a desaparecer, de desarraigarlas, de arrumbarlas, de decirles que ese no es su relato ni su lugar. La gente se amontona en capas, como estratos geológicos". La autora también reflexiona sobre temas de raza y clase social: “¿Qué es lo mío? ¿Dónde soy bien recibida, dónde se me permite estar? ¿Cuánto espacio se me concede? ¿Dónde me cortan el paso, en la calle, en mi profesión o en las conversaciones?” Solnit señala que muchas de estas respuestas dependen de nuestra posición en la sociedad, influenciada por factores como la raza, clase social, género, orientación sexual, entre otros, que poco tienen que ver con nuestras cualidades o actitudes. Más bien, estas respuestas se basan en la confianza que las personas tienen en sí mismas y en sus derechos: “Fe en sus versiones y su verdad, en sus respuestas y necesidades. Fe en que encuentran su sitio. Fe en que importan”. Estas reflexiones son clave para comprender la noción de desigualdad que permea su obra.


Recuerdos de mi inexistencia explora la transformación consciente que implica ser mujer en una sociedad patriarcal, pero también profundiza en nuestras diferencias. Es un libro que me regaló un amigo querido, justo en un momento muy difícil, y es increíble pensar en cómo los libros pueden ayudar a sentirnos un poquito mejor. Tengo anotadas un montón de frases y pasajes que volaron mi cabeza y a las que vuelvo recurrentemente. Además,su voz narrativa es muy envolvente y expresa hermosamente cómo la lectura y la escritura nos vuelven un poquito más empáticxs. 


Es un libro que recomiendo absolutamente.



Portada del libro
Editorial Lumen



martes, 20 de febrero de 2024

Mi propiedad privada (2016), de Mary Ruefle

"Pero mi mayor fantasía es tener doce cabezas queridas metidas en un caja de huevos para que me consuelen en momentos de escasez a cambio de mi amor infinito. ¿Cómo puedo pensarme bondadosa? Quiero, como propiedad privada, doce cabezas humanas"



Qué decir de esta preciosa colección de relatos unidos por, al parecer, nada en común. Prosa, poesía, memorias confluyen en este pequeño libro de 98 páginas y más de 40 relatos. Debo decir que jamás había escuchado de Mary Ruefle y este primer acercamiento resultó ser una delicia. Mary Ruefle es una destacada poeta, ensayista y profesora estadounidense, y la editorial Bisturí10 la trajo por primera vez a Chile, gracias a la traducción de Patricio Grinberg.  


Mary Ruefle nació en Estado Unidos el año 52., y a publicado muchas colecciones de poesía, la más reciente de las cuales, Dunce, fue nominada para el Premio Nacional del Libro de Poesía y finalista del Premio Pulitzer 2020 (wiki)

Mi propiedad privada es un libro raro, tal como se incorpora en la curatoría del club de lectura al que me metí este año. En un sentido amplio del término, es raro porque la autora mezcla géneros distintos como el ensayo, la memoria y la anécdota para entrar de lleno es su mundo interior: hay relatos alegres como el baile de un pañuelo al viento, otros nostálgicos como un regalo, hay consejos a mujeres jóvenes, hay recuerdos de un árbol de navidad, hay reflexiones sobre cabezas encogidas bajo milenarias técnicas de guerra, hay observaciones sobre el suelo, y poesía en donde la tristeza adquiere colores tan variados como el blanco, el café, el púrpura y el azul, sin sentido alguno, si no solo guiándose por el compás y el ritmo:


“La tristeza gris es la tristeza de los clips y los elásticos -por ejemplo-, de la lluvia y las ardillas y los chicles, las pomadas y los ungüentos y los cines. La tristeza gris es la más común de todas las tristezas, es la tristeza de la arena del desierto y la arena en la playa, la tristeza de las llaves de un bolsillo, de las latas en un estante, del pelo en una peineta, pero no debe confundirse con la tristeza azul, que es insustituible”


Los poemas de la tristeza son irónicos, divertidos, violentos, profundos. Pareciera como si la autora hubiese buscado sus diarios más antiguos y esa revisión la hubiese mezclado con sus diarios más recientes: los relatos fueron escritos por una niña o una adolescente o una adulta, o todas las anteriores. Mary Ruefle no nos habla de grandes verdades ni busca tocar temas “elevados”. Al contrario. Nos habla de lo cotidiano, de lo pequeño, que es al final lo trascendental y lo importante.


Me gustaron mucho algunos relatos. Mi favoritos: Afortunada; Entre las nubes; El velado sueño de la cena; Como un pañuelo; Mi propiedad privada; y mi máximo favorito: Pausa.


“Eres apenas una niña al borde de un gran bosque. Deberías estar asustada, pero en lugar de eso estás comiendo una cena deliciosa, o estás cocinando una, o estás corriendo a una florería, o estás abriendo una caja de flores que acaba de llegar a tu puerta, y ninguna de estas cosas las haces con el gran entusiasmo con el que las harás después.

Ni siquiera has empezado. Primero debes hacer una pausa, una pausa como la que siempre se debe hacer antes de un gran entusiasmo, aunque solo sea para tomar un respiro”.


Si bien es un libro bastante corto (menos de 100 páginas) no logré leerlo tan rápidamente porque lo disfruté mucho. Lo leí en la cordillera, lo leí en la playa, lo leí en mi sofá en mi casa. Me acompañó en días felices y no tanto. Y ya estoy ansiosa por leer más de Mary Ruefle.




Portada del libro
Editorial: Bisturí 10
98 páginas