sábado, 28 de abril de 2018

La historia del amor (2005), de Nicole Krauss

En La historia del amor varias historias, con origen en la memoria del Holocausto, terminan cruzándose de manera inesperada. ¿Qué tienen en común una inquieta adolescente, un viejo obsesionado con la muerte y un antiguo escritor migrante? A simple vista nada. Sin embargo, la autora va mezclando estas historias hasta lograr impresionarnos por sus similitudes, y siempre el amor: a la vida, a la familia, a la literatura, a la juventud. 

La historia del amor es un libro que mezcla personajes e historias aparentemente desconectadas en un ir y venir de sentimientos, convergiendo todos en una misma trama. Es un libro que nos habla de la fragilidad humana, los lazos afectivos y las ganas de vivir. Son dos los personajes principales que logran dar un vuelco a la historia. Por un lado, está Leo Gursky, anciano judío que arranca de su Polonia natal durante la Segunda Guerra, quien narra en primera persona sus últimos meses en su solitario departamento en Manhattan, y cómo va recordando su alejada juventud y pasiones. Y, por otro lado, está la joven Alma, intrépida quinceañera quien sueña con encontrar un novio para su madre viuda y así sacarla de su soledad. Y a veces aparece el relato de Zivi Litvinoff, antiguo amigo de juventud de Leo, quien saca a la luz La historia del amor, manuscrito que aparece en el libro como tal -un libro dentro de otro libro. Es interesante ver cómo La historia del amor es en verdad el título del libro que escribe Leo a propósito de un viejo amor.


Nicole Krauss en nueva York.

En el libro aparecen también un montón de personajes: Bruno, Julián, Bird, Isaac Moritz, Rosa y Alma Mereminski el amor juvenil de Leo. La muerte, el amor, la soledad y la amistad aparecen como los tópicos recurrentes a lo largo de las páginas, en donde los diferentes personajes van dando vida a la historia. Llama la atención la ternura con la que Leo nos habla de Bruno, su fiel y eterno amigo. La amistad entre estos personajes rebosa emoción, quienes se cuidan, aconsejan y acompañan en la vejez, “Bruno, mi fiel camarada. no lo he descrito lo suficiente. ¿Bastaría con decir que es indescriptible? No. Vale más probar y fracasar que no intentarlo. Tu pelito blanco se agita levemente en tu cráneo como pelusa de un diente de león mal soplado. Muchas veces, Bruno, me han dado ganas de soplarte en la cabeza y pedirte un deseo. O quizá debería empezar por tu estatura, tan escasa. En tus días buenos, como mucho, me llegas al hombro. O por esas gafas que sacaste de una caja diciendo que eran tuyas, unas cosas redondas, enormes, que te agrandan tanto los ojos [...] ¡Son gafas de mujer, Bruno! He intentado decírtelo muchas veces, pero siempre me ha faltado valor”.

La soledad vivida por Leo y por Alma conmueven por igual, pese a que uno, viejo, y la otra, joven, la vivan de diferentes maneras. La soledad de Leo está en todos lados, la vive y la respira día a día, esperando la hora de su muerte, pero esperando que todos se enteren. Mientras que la soledad de Alma se reinventa, busca compañía pero sin éxito, escondiéndose en sus libros e ideas locas. Ambos personajes viven una constante búsqueda de algo que los salve: “Perdí a Hershel por la lluvia. Perdí a Josef por una grieta del tiempo. Perdí el sonido de la risa. Perdí unos zapatos que me quité para dormir… Perdí a la única mujer que había amado en la vida. Perdí años. Perdí libros.. Así pues, ¿quién me asegura que, por el camino, sin darme cuenta, no he perdido también la razón?"

Me gustó mucho la ingeniosa forma de narrar la historia, Nicole Krauss da vida a una diversidad de voces, de hecho, cada capítulo es narrado por un personaje diferente. Lo interesante es que en cada capítulo se nota la voz protagónica, marcadamente distinta. La voz de Leo es divertida y elocuente, la de Alma es intrépida e inquieta, mientras que la voz omnisciente toma la distancia correspondiente de la narración y nos envuelve en ella de manera más descriptiva, sintética. Me gustó muy especialmente la narración del viejo Leo, pues, a mi modo de ver es el personaje que da vida y gracias a toda la novela, con sus ocurrencias, anécdotas y formas de pensar. Esta construcción de la novela ha sido muy alabada por la crítica, pues, nos puede sumergir en un amplio abanico de recuerdos, personajes y emociones. 

Esta es la segunda novela de esta escritora neoyorquina, elogiada unánimemente por esta obra. El año de su publicación, el 2005, la crítica literaria la posiciona como una de las grandes autoras contemporáneas. Es así que muchos elogios leí por internet y varias veces vi su nombre en librerías o páginas de libros, así que me decidí a tenerlo. Sin embargo, debo decir que no lo quise para mí, sino para mi mamá, a quien se lo regalé en una ocasión. Ella comenzó a leerlo, pero al parecer -jeje- la lectura no fue de su gusto. Y es que, claro, los libros no son para todxs: cada uno tiene su tiempo y lector. Y este libro, por la forma en que está narrado, puede no gustar a todxs. Reconozco que en un comienzo la lectura se me hizo difícil, no engaché de inmediato y varias veces lo dejé tirado, pero pronto agarré el vuelo y me vi envuelta entre páginas y páginas frente al rico mar caribeño colombiano. De todos modos, no entra ni de cerca en la categoría de mis libros favoritos. Si no fuera porque lo escribo en esta humilde reseña -y esa es la gracia-, sería un libro que fácilmente olvidaría.


Portada del libro
Pgs: 287
Editorial Salamandra