Uno de mis últimos libros leídos. Llegué a él gracias a un podcast sobre libros (Primer Párrafo en Spotify) que me tiene completamente enganchada, así que en cuanto lo vi en una librería lo compré, lo empecé y no lo solté más. El hombre que confundió a su mujer con un sombrero es una obra única: un conjunto de 24 relatos que mezclan ciencia, psicología y literatura, y en donde se exponen diversos casos clínicos —todos reales— que, más allá de describir enfermedades neurológicas, son verdaderas entradas a las complejidades de la mente humana. A través de una prosa original, el autor analiza cómo los seres humanos desarrollamos múltiples maneras de percibir, interpretar y habitar el mundo, es decir, cómo, pese a las dificultades, buscamos mantener a flote nuestra identidad y nuestra memoria.
Oliver Sacks fue un neurólogo británico-estadounidense, muy reconocido no solo por su labor médica sino también por su capacidad para narrar las experiencias clínicas desde un enfoque profundamente humanista. Sacks fue un médico curioso y con un talento increíble para explorar hasta las capas más profundas de la mente humana, combinando la observación científica con una capacidad literaria conmovedora.
La propuesta de Sacks se divide en cuatro apartados: (i) Pérdidas, que reúne casos de pacientes que han perdido funciones cognitivas, como la percepción visual o la memoria; (ii) Excesos, en donde el autor describe situaciones en las que se intensifican ciertas funciones del cerebro como los tics o el síndrome de Tourette; (iii) Arrebatos, que aborda alteraciones profundas en la conducta la percepción; y (iv) El mundo de los simples, último apartado dedicado a personas con agudas discapacidades cognitivas, pero con formas singulares de experimentar el mundo. En esta recopilación hay 24 pacientes cuyas enfermedades son narradas desde una perspectiva médica, pero con una atención especial a su experiencia subjetiva. Aunque muchos de éstos aparecen como “sujetos fragmentados”, desconectados de la realidad, cada uno lucha por preservar su sentido del ser, en una tensión constante entre lo consciente y lo inconsciente, lo exterior y lo interior.
![]() |
Oliver Sacks (1933-2015) |
Estos relatos se construyen a partir de conversaciones entre Sacks y sus pacientes, así como de anotaciones médicas sobre las enfermedades a las que se enfrenta. Muchos de estos casos llegan a Sacks a través de sus compañeros médicos y enfermeras, quienes solicitan su opinión y observación. En algunos pasajes, se cuestiona su rol médico: “Vacilé, con miedo a estar yendo demasiado lejos, a estar desnudando a un hombre hasta dejar al descubierto alguna desesperación oculta, inadmisibible, insoportable”. La resignación y la tristeza que percibe en algunos de sus pacientes lo inquietan, no solo por el proceso personal que implica cada enfermedad, sino también al reflexionar sobre la falta de comprensión y de apoyo social que les rodea: “Él quería, clara y apasionadamente, tener algo que hacer: quería hacer, ser, sentir… y no podía; quería sentido, quería una finalidad", en palabras de Freud: “trabajo y amor”.
A partir de esta lectura, vuelvo a una pregunta que siempre ronda mi cabeza y que la literatura me ayuda mucho a explorar: la identidad. Aquí, el autor se plantea una y otra vez qué es lo que queda cuando ya no podemos narrarnos a nosotros mismos. La literatura de no ficción —como las memorias, los ensayos autobiográficos o los diarios— parte precisamente de la premisa de que narrarnos es una forma de afirmar quiénes somos. Ya lo dicen tantas y tantos autores, como Rosa Montero, Susan Sontag y Natalia Ginzburg: a través de la escritura podemos expresarnos libremente y, además, nos creamos a nosotras mismas. Pero ¿qué ocurre cuando esa capacidad de narración —y, por tanto, de construir una identidad— se ve entorpecida por nuestro propio cuerpo, por nuestro cerebro, específicamente?
Es precisamente esta pregunta la que atraviesa todos los relatos del libro. Uno de los aportes más valiosos es cómo el autor logra entretejer los aspectos biológicos y psicológicos de las enfermedades: las distintas alteraciones neurológicas descritas afectan no solo funciones cerebrales específicas, sino también la manera en que los pacientes construyen su subjetividad, sus recuerdos y sus emociones. Estas afecciones modifican drásticamente la manera en que una persona se autopercibe y se relaciona con el mundo. Cuando este proceso se ve interrumpido, pareciera que algo esencialmente humano se rompe.
Sin embargo, Sacks afirma que sí, incluso en las pérdidas, en los incrementos y en las alteraciones de nuestras capacidades queda algo humano. Y busca, en cierta forma, romper con los modelos clásicos de la medicina, y encontrar respuestas en lo relacional. La pregunta filosófica por excelencia —¿qué nos hace humanos?— no se limita al cuerpo biológico, pues, también somos emociones, vínculos y significados. Lo humano está en la emoción, en lo sensorial, es decir, en los momentos significativos del presente, como cuando un músico con Alzheimer se conmueve intensamente al oír su obra favorita; pero también está en el vínculo y en los afectos, en la mirada del otro, en la dignidad y en el respeto, como cuando alguien que ya no puede comunicarse ni ser plenamente consciente de sí mismo, es igualmente cuidado, amado y respetado por sus seres queridos.
El hombre que confundió a su mujer con un sombrero trasciende el enfoque meramente médico. La obra es una visión conjunta de cuerpo y alma, lo que, a mi modo de ver, consiste en un homenaje a la complejidad de la mente humana y a la dignidad de quienes viven realidades mentales distintas a las normalizadas. Ojalá todo el mundo pudiera conocer este libro.
![]() |
Portada del libro Editorial Anagrama 328 páginas |