viernes, 4 de marzo de 2022

Anagramas (1986), de Lorrie Moore

Este es el segundo libro de Lorrie Moore que leo (el primero fue ¿Quién se hará cargo del hospital de ranas?, link aquí) y creo que seguiré buscando más títulos. Lo vi hace algún tiempo en una librería en Santiago, y no lo pude comprar en ese momento. Luego se convirtió en mi autorregalo de Navidad. Lo leí recién en febrero, y la verdad: me gustó mucho.

Anagramas fue publicado en 1986 y es la primera novela de Moore. Ya en estas páginas se advierte su agudo sentido del humor y su capacidad para explorar la psicología personajes solitarios, asalariados y vulnerables, tan comunes y tan corrientes. En esta novela experimental, Moore ensaya distintas vidas posibles para los mismos personajes —Benna, Gerard, Eleanor—, alterando vínculos y contextos como si fuesen versiones alternativas de una misma historia. Al principio puede confundir, pero rápidamente se vuelve una experiencia fascinante. Al pasar las páginas, Lorrie Moore nos va diciendo que la vida no es más que intentar buscar posibles formas de sobrevivir y acompañarnos.

Benna Carpenter, la protagonista, es una mujer de treinta y tres años, sensible, insatisfecha con su vida, enredada en conflictos laborales, amorosos y existenciales: “Rebusco en mi vida y en todas partes, lo único que hay soy yo, siempre yo, el mismo bulto inofensivo, la misma tipa densa y rara, el mismo bollo que duerme y respira”. La conocemos en distintas versiones: Benna cantante de bar, Benna profesora de aeróbica para ancianos, Benna docente en una universidad comunitaria, madre de Georgie.


En todas ellas, persiste una identidad reconocible: una mujer esquiva, torpe, nostálgica, marcada por el miedo a la soledad y el anhelo de compañía: “No es que quisiera estar casada. Lo que yo quería era algo equivalente al matrimonio, aunque nunca había sabido exactamente qué podía ser eso y sospechaba que quizás no existiera nada de esa naturaleza. A pesar de todo, estaba convencida de que tenía que haber algo mejor que esa farsa solitaria de vivir al otro lado de la ciudad o del pasillo”. Lorrie Moore trata la angustia de Benna con un humor exquisito, de manera irónica, pero también con mucha ternura, lo que genera cercanía con estos personajes tan inestables y contradictorios.


¿Cuántas vidas se pueden vivir? Como en un anagrama, Moore reordena y transpone las piezas vitales de sus personajes, mostrando lo que podría haber sido. Los amores vacíos, las crisis existenciales y los vínculos desvaídos son los pilares de esta obra.


Anagramas es un libro triste, con escenarios domésticos y urbanos, y con una protagonista dolida, echada a su propia suerte y abandonada, aun cuando está rodeada de gente. “Ese ha sido mi problema en la vida: no sé avanzar bien. No sé jugar bien al dulce o truco. No entiendo. Me siento en el fango de mi vida y me quedo allí”. Es también un relato coral atravesado por una búsqueda: el amor —siempre el amor— como posible salvación frente a alguna tragedia, o quizá como tragedia en sí misma. Recomiendo leer a Lorrie Moore por su mirada lúcida, su humor melancólico y su singular forma de narrar vidas fracturadas; leerla es como mirarse en un espejo lleno de grietas.