“En comparación con lo que encontré allí, yo me había vuelto amarga, mala, sofisticada. Ya no conocía la amabilidad, no tenía una relación cotidiana con ella. No me topaba con personas agradables. Me encontraba con personas ingeniosas, endurecidas, capaces, exitosas, dramáticas. Algunas vulnerables. Algunas inseguras. Pero no agradables, no agradables como Sils”
¿Quién se hará cargo del hospital de ranas? se centra muy principalmente en la amistad adolescente de Berie y Sils, y cómo ésta se convierte en un refugio tan importante en la vida de Berie, la protagonista: “El verano de mis quince años trabajé en un lugar que se llamaba Storyland con mi amiga Silsby Chaussée, de ella se trata todo esto”. Esta historia principal se ambienta en un pequeño pueblo llamado Horsehearts, en Estados Unidos de los años setenta. Barrios tradicionales, trabajos part-time, romances intermitentes, relaciones familiares y mucha música son algunos de los elementos de esta novela que nos invita a mirar de cerca la amistad entre mujeres -tan decisiva en la construcción de nuestras identidades-, y también cómo nos vamos alejando de todo aquello que parecía tan claro.
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Lorrie Moore (Nueva York, 1957) |
Con canciones de Neil Young, Billie Holliday, Stills and Nash y Geordie, Moore construye el mapa emocional de una adolescencia vivida en los márgenes, con reglas propias y sueños apenas esbozados. Horsehearts aparece como el típico pueblo gringo de clase media, donde las posibilidades eran mínimas y previsibles: “Quizás en Horsehearts las únicas cosas posibles eran la postergación y la fantasía. Mi infancia no tuvo narrativa; todo era apenas una combinación de aire y falta de aire: esperar que la vida empezara, que el cuerpo creciera, que la mente se volviera temeraria”. Por eso Sils es tan importante: porque representa una forma de fuga, una presencia vital. Berie encuentra en ella la primera complicidad emocional, la primera promesa de algo distinto: “Conspiradoras. Socias emocionales. Eso es lo que éramos”.
Me sorprendió mucho esta novela. No conocía a Lorrie Moore (¡gracias, club de lectura!), pero me entusiasmó su capacidad para narrar la adolescencia sin nostalgia ingenua, con humor sutil y una sensibilidad filosa. Subrayé muchas frases, sobre todo por lo que revelaban de mí misma o de una yo pasada que aún vive en algún rincón.
Me gusta pensar en las novelas como un refugio, tal como lo menciona Lorrie en una entrevista, un lugar en donde podemos mirar el mundo, mirarnos a nosotros mismos y que la lectura nos provoque algo: ya sea risa, reflexión, nostalgia, querer compartirla, imaginar vidas posibles; lo que sea, pero que algo nos pase: se trata de ese click entre lector/a y escritor/a, y de descubrir una luz en donde solo hay palabras.