Un hombre enamorado es el segundo tomo de un importante proyecto literario titulado “Mi lucha”. En este proyecto, que consta de cinco libros, el autor noruego Karl Ove Knausgard (KOK) convierte su vida en material literario. Lo más lógico habría sido empezar por el primer tomo, pero no pude resistirme al título: ¿cómo es él como un hombre enamorado?, ¿qué significa eso? Cada vez me gustan más las obras autobiográficas y/o de no ficción, porque giran en torno a lo íntimo: sentimientos, pensamientos, deseos ocultos. Me conmueve leer párrafos que emocionan o provocan cierta "vergüenza ajena", por lo brutal de sus confesiones o la crudeza de sus emociones. Y este libro es eso: un testimonio profundo, hermoso, desbordado.
Knausgard narra su vida tras una ruptura amorosa. Se muda desde Noruega a Suecia, conoce a Linda —su nuevo amor y madre de sus tres hijos— y trata de sobrellevar su oficio de escritor, acosado por el ego, la urgencia económica y una necesidad existencial de escribir. Es capaz de convertir lo cotidiano en reflexión pura, mezclando ironía y una honestidad casi incómoda. Se muestra como alguien tímido, impaciente, solitario, constantemente insatisfecho.
Hay varios puntos por donde la obra va dando vueltas. Uno que agota varias páginas trata sobre lo diferente y extraño que se siente viviendo en Estocolmo; comparando constantemente Suecia con su natal Noruega. El autor parece no soportar la frivolidad sueca, en donde la apariencia liberal de sus habitantes esconde lo más conservador de su cultura y mentalidad de su gente. El autor se ríe de la vida burguesa contemporánea, de la forma de vivir en la ciudad, en donde todo parece sacado de una pulcra revista de casas, de la perfección absoluta, aunque escondan las pelusas bajo la alfombra. Pero al mismo tiempo, Estocolmo termina convirtiéndose en la gran ciudad para este escritor, en donde puede sentirse tranquilo y en donde puede escapar siempre: “Pero para mí lo positivo de vivir en una gran ciudad era poder estar completamente solo en ella, a la vez de estar rodeado de gente por todas partes. ¡Todos con caras que jamás había visto! Esa incesante corriente de nuevos rostros era para mí el placer de la gran ciudad. El metro con su multitud de tipos y caracteres. Los mercados. Las calles peatonales. Los cafés. Los grandes centros comerciales. Distancia, distancia, nunca podía tener suficiente distancia”.
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Karl Ove Knausgard, escritor noruego, nació el año 1968. |
Otra línea potente es la exposición sin filtro de su miseria cotidiana: su incomodidad como padre, su tensión con la masculinidad, la contradicción entre su necesidad de independencia y el peso del amor y las responsabilidades. No oculta nada. Se muestra herido, frustrado, sobrepasado por la vida familiar. Y sin embargo, uno sigue leyéndolo, fascinado. Porque su escritura es eso: una forma de entender, de recomponerse. Aspira a ser un hombre bueno, honrado y honesto, un hombre que mira a la gente a los ojos, en definitiva, una persona en quien otros puedan confiar, pero sentía que no era así. “Tonje, con quien llevaba ocho años, debería hacerme feliz, compartir mi vida con ella, tan maravillosa como era. Encontrarme con mi hermano Ynge, y sus hijos debería hacerme feliz. Toda la música que existía, toda la literatura que existía, todo el arte que existía, feliz, feliz, feliz, deberían hacerme feliz. Toda esa belleza del mundo, que debería ser insoportable, me era indiferente. Mis amigos me eran indiferentes. Mi vida me era indiferente. Quería volver a ser feliz. Sonaba estúpido, no se lo podía decir a nadie, pero así era”.
Pensar y reflexionar sobre lo que nos conmueve es un ejercicio que, generalmente, muy pocas veces hacemos, por eso me gusta este tipo de género literario, en donde los autores se muestran vulnerables frente al mundo. El autor propone la escritura como una herramienta para auto descubrirse y re-conocerse. A lo largo del libro se presenta la historia de amor entre KOK y Linda como una historia de altos y bajos, como una historia que comienza de manera casi perfecta y que con el paso del tiempo se va desgastando hasta llegar al colapso. KOK nos relata el largo y dramático período en que él y Linda comienzan a consolidarse como pareja y cómo va descubriendo cosas nuevas en su mujer amada; cosas que solo consigue dar forma a través del relato, de la escritura: “Escribí qué significaba ella para mí. Escribí qué significó cuando la vi por primera vez y qué significaba ahora. Escribí sobre sus labios, que se deslizaban sobre sus dientes cuando se entusiasmaba con algo, escribí sobre sus ojos cuando chisporroteaban y cuando abrían su oscuridad como si absorbieran la luz. Escribí sobre su risa, que en ocasiones llegaba a dominarlo todo, y sobre cuánto la amaba en esos momentos. Escribí sobre las palabras que ella empleaba con más frecuencia, sobre cómo decía la palabra “estrella” y la manera en que sembraba por todas partes la palabra “fantástico”. Aunque no la conocía lo suficiente, sabía que la amaba y que la amaría siempre”.
Este libro permite identificar los límites de la masculinidad tradicional, la fragilidad emocional del autor y la paradoja de la exposición pública, pero además nos hace cuestionarnos sobre la vulnerabilidad que experimentamos porque, ¿quién no ha sentido alguna vez que la belleza del mundo no basta para sostenernos?
Karl Ove es un hombre apasionado. Para él no hay puntos medios: es todo o nada. Y mi frase favorita del libro: “Entonces conocí a Linda y salió el sol. No puedo expresarlo de otra manera. El sol salió en mi vida. Al principio sólo como un claro en el horizonte, como diciendo tienes que mirar hacia aquí. Luego llegaron los primeros rayos, todo se volvió más nítido, más vivo, yo me sentía cada vez más feliz, y el sol estaba en medio del cielo de mi vida ardiendo, ardiendo, ardiendo”.