Ya un poco entrando en terreno
nacional les comentaré sobre Mala onda, novela escrita por Alberto Fuguet y
publicada el año 1991 en Buenos Aires. Fuguet es frecuentemente categorizado dentro
de la ‘nueva narrativa chilena’, movimiento que agrupa a diversos autores que,
con la vuelta de la democracia en los noventa, comienzan a alcanzar gran
notoriedad en la escena pública, destacando autores como Gonzalo Contreras,
Carlos Cerda y Marco Antonio de la Parra, entre otros. Pero, ciertamente, es Fuguet
con su Mala onda quien se convierte en el gran símbolo de aquel movimiento,
distinguiéndose por sus agudos comentarios sobre la literatura y cultura
chilenas. Mucho se ha dicho sobre esta novela: que es buena, que es mala, que
es aburrida, que es un cliché; pero quise descubrirla por mí misma. Así que
aquí vamos.
Mala onda es la historia, contada
en primera persona, de Matías Vicuña, un indisciplinado adolescente de 17 años
proveniente de una acomodada familia del ‘barrio alto’ santiaguino. La novela
está escrita en forma de diario de vida, pues va desde el 3 de septiembre de
1980 hasta el 14 de septiembre del mismo año, periodo en el que se realizó un
referéndum con el objetivo de aprobar la Constitución Política de 1980. Mala
onda comienza en Rio, en un viaje de estudios que realiza el protagonista con
su curso. El viaje resulta muy estimulante para Matías, pues le proporciona
placer, libertad y un sinfín de aventuras en compañía de sus nuevos amigos
brasileros; todo esto en contraste con lo gris que le parece Chile: Santiago
sitiado por la dictadura, el conservadurismo y la mala onda de la cotidianidad.
A lo largo de la historia, Matías
nos cuenta cómo pasa sus días en la capital, nos habla de su familia, sus
amigos, su colegio, las fiestas, las películas, los lugares de moda que
frecuentan… Todo pareciera ir bien –o al menos no tan mal–, sin embargo, el
protagonista expresa constantemente una excesiva angustia y soledad, pues a
pesar de estar rodeado de gente, se siente vacío, ahogado. “Era como si no
pudiera estar acá. Había algo de miedo, un ruido ausente, como cuando uno de
estos milicos dispara un arma vacía; algo de asco, de cansancio, una
desconfianza que me estaba haciendo daño, que no me dejaba tranquilo. Pero no
era sólo eso: era mi familia, quizás; los amigos, la ausencia de minas, la
onda, la falta de onda, la mala onda que lo está dominando todo de una manera
tan sutil que los hace a todos creer que nada puede estar mejor, sin darse
cuenta, sin darnos ni cuenta aunque tratemos. La mala onda, el agobio”. Como
consecuencia, a medida que pasan los días, Matías se ve cada vez más solo y
rodeado de apatía. Muy aburrido de su entorno social, no tiene mayores
motivaciones en el día a día, es por eso que necesita escapar, encontrarse consigo
mismo. Un día, su amigo El Gran Alejandro Paz de Chile –así le llamaba Matías–
le recomienda y le presta el libro The Catcher in the Rye (El guardían entre el centeno, de J.
D. Salinger) y este encuentro fortuito con aquella lectura cambia la
perspectiva de Matías, quien se siente plenamente identificado con los
problemas de Holden (el protagonista de aquel libro).
Alberto Fuguet. |
Ahora bien, sobre mi experiencia
leyendo este libro puedo decir que es bien ambigua. Por un lado, me gusta la
forma en que escribe Fuguet: bien chilena, bien simple, a veces divertida; es
un libro que se lee de forma ligera porque está llena de frases cortas y
rápidas, lo cual hace de Mala onda un libro atemporal. Pero por otro lado, hay algunos
puntos que me hacen dudar sobre la legitimidad del relato, hay algo que no me
logra convencer. Es la parada «no
estoy ni ahí» del
protagonista; su actitud infantil y egoísta no convence del todo: es difícil
imaginar que con sólo 17 años Matías reflexione ya como un adulto defraudado y
que haga cosas tan increíblemente de adultos –¿o estoy siendo muy ingenua? –.
En el fondo, lo que me cansó es la idea de que todos los adolescentes eran así
de reventados –noches de sexo desenfrenado, drogas por doquier, jales, visitas
a prostitutas,…–, que hacían lo que querían, etcétera. Lo encontré un poco
surreal. En fin, a mi modo de ver, Mala onda es un libro que entretiene, sí,
cumple en ese sentido, pero aun así no convence. Igual, lo recomendaría.
Portada del libro Editorial: Punto de Lectura Pgs: 323 |