miércoles, 18 de marzo de 2020

Sur y oeste, de Joan Didion

Famosa en el mundo entero por sus escritos personales y novelas, Joan Didion me sorprendió gratamente con este libro, que recoge dos visiones opuestas de un mismo país: el sur y el oeste separados por cientos y cientos de kilómetros, los cuales parecen años o décadas a ojos de Didion. Sur y Oeste recopila sus cuadernos y notas inéditas escritas durante un viaje que realizó con su marido por el sur de Estados Unidos, y que aparecen en este libro casi cincuenta años más tarde, llamando profundamente la atención pública por lo contingente de su análisis. En algunas de sus primeras páginas, la autora menciona “No sabría decir con exactitud qué me llevó a pasar un tiempo en el sur durante el verano de 1970”, puesto que no tenía obligaciones periodísticas ni ocurrió nada relevante en donde ella estuvo: “no hubo asesinatos ni juicios célebres, no hubo órdenes de integración, ni enfrentamientos, ni siquiera celebrados actos divinos”. Me encantó porque lo verdaderamente relevante es que no había nada relevante que ver, sino la cotidianidad y lo que es diferente: lo otro, en este caso, el sur.
Joan Didion (1934 ),escritora y periodista estadounidense.
Sur y Oeste es el recorrido de Didion por modestos pueblos rurales, abandonados por la ayuda estatal y el paso del tiempo. La autora, toda ojos y orejas, a través de cierto trabajo etnográfico, logró reconocer en la cotidianeidad sureña fantasías fuertemente pueblerinas -en un mal sentido-, en donde cuestiones como la raza, la meritocracia, la clase social y el legado histórico parecían aspectos cruciales en torno a los cuales giraban las conversaciones sociales; tal como le comenta al paso un afroamericano de clase media, sentado en un bar, un día a media tarde: “Sé que está muy de moda burlarse del Sur, pero si comparo nuestros barrios pobres a los barrios pobres de Miami, Florida, donde vienen los cubanos y los portorriqueños, Miami siempre pierde”.
La narración de Didion es un tipo de cuaderno de notas. Es como si estuviésemos leyendo una especie de diario sobre aquello que ve: carreteras solitarias, restaurantes con viejos reunidos en torno a juegos de cartas y cervezas, mujeres resignadas a la vida que les tocó, niños y niñas matando las horas del día jugando en calles vacías y cierta estética kitsh mal diseñada.  “Supongo que crees que la gente del Sur es un poco anacrónica” le dice un amigo, entendiendo a las comunidades desde la precariedad y el colonialismo; entendiendo ya el sur como una pequeña provincia de ideas retrógradas: “Resulta llamativo y alarmante contemplar lo aislada que estaba aquella gente de lo que era normal en la vida americana de 1970. Toda su información era de quinta mano, y se había mitificado por el camino”.
La anacronía de la cual nos habla la autora tiene mucho que ver también con las convenciones políticas por aquellos años. En cierto modo, Didion se sorprende del conservadurismo manifestado por las personas en distintos contextos y conversaciones: La mayoría de los habitantes del Sur son realistas en materia política: entienden y aceptan las realidades del funcionamiento de la política de un modo en que no lo hacemos en California. Se aceptan los chanchullos como forma de vida”. Los sureños aceptan lo simple y quieren vivir tranquilamente, sin meterse en política, entendida como sinónimo de “problemas”, tal como lo señala un hombre con quien conversó: “Soy un tipo que huye de las actitudes extremas, así que, igual que la mayoría, estamos intentando simplemente tomar la vía más fácil que nos permita ser felices a todos”. La neutralidad aparece entonces como una virtud en este sur que tan lejano e inconcebible parece a Didion.  
Sin embargo, la autora igualmente nos habla de California, el paisaje más frecuente de su producción literaria, el lugar al cual pertenece, porque ¿desde qué otro lugar somos si no capaces de hablar/observar/enjuiciar/sentir? Se trata de comprender el “hogar” como el lugar al cual inexorablemente regresamos, una y otra vez. La escritora habla de su hogar, el oeste: “En el Oeste estoy en casa [...] Aquí estoy cómoda de una forma en que no lo estoy en otros sitios”. Lo interesante es cómo va comparando lo que ve en el Sur con California -tan sofisticada, moderna y liberal- que no encaja en absoluto con las personas y paisajes rupestres y descoloridos que iba recorriendo en su auto arrendado. Al principio me costó enganchar con este libro, pero me gustó en tanto pude ver el reflejo de lo que a veces somos como Chile: un sur que aparenta y se resquebraja frente lo diferente. La ruralidad del sur de Estados Unidos muy parecida a nuestra idiosincrasia criolla y de tintes coloniales: muchas veces comparándose, midiéndose y maltratándose.
Portada del libro
166 páginas
Editorial Random House

2 comentarios:

  1. Lo leeré... hace poco terminé el año del pensamiento mágico, y vi el documental en Netflix de Joan Didion... me dieron ganas de leer sus artículos, "Según venga el juego" y ahora que te leo "Sur y oeste", un beso querida.

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