lunes, 23 de diciembre de 2019

Leonora (2011), de Elena Poniatowska


"¿Valió la pena cambiar la mansión de Hazelwood por una buhardilla de estudiantes en Londres y desafiar el mundo de la mano de Max? ¿Hundir el rostro en el lodo del manicomio y viajar a México con Renato? ¿Vivir exiliada en un país que la desconcierta y la aprisiona? Sabe que lo volvería a hacer"

Me costó tanto ponerme a escribir sobre Leonora; como nunca, lo dejé siempre para el final. Será porque es de esos libros que te hacen sentir y emocionarte. Para mí, Leonora es una oda a la libertad y a la creatividad. Un modo de ver la vida y enfrentarse a ella. Más que una biografía de la artista surrealista y escritora inglesa, Leonora Carrington, se trata de un fascinante relato sobre la búsqueda interior, reconstruido por la mexicana Elena Poniatowska, a punta de entrevistas y mucha documentación.

Desde pequeña, Leonora siempre desafío lo que las niñas y las mujeres podían hacer, decir o pensar. Al ser la única hija mujer tuvo que lidiar con la presión familiar de seguir una vida centrada en el hogar, pero siempre se salía con la suya, intentando vivir la vida más auténtica posible, explorando nuevas formas de vivir y habitar este mundo. Fue una soñadora que rompió moldes para su época, y vivió una vida distinta a la que querían sus padres para ella. “No es una locura, es un experimento. ¿Nunca hiciste experimentos, mamá?”


Max Ernst y Leonora.
En el periodo entreguerras, Leonora vivió en Londres y Paris, conoció a su primer gran amor -el artista francés Max Ernst-, entró en contacto con el círculo surrealista y reafirmó sus convicciones, porque finalmente todo lo que soñaba de niña y de adolescente se convierte en algo real: “así que todo lo que yo buscaba existe, lo que a mí me atrae, también le importa a otros”. De tal forma, se da cuenta que no estaba errada en su sueño, tan solo tenía que buscarlo más allá.

Elena Poniatowska realiza un impecable recorrido de la escena artística de los años veinte y treinta, pasando por el dadaísmo y el surrealismo, Paris y Nueva York, personificando a grandes artistas del arte contemporáneo como Dalí, Picasso, Cocteau, Artaud, Duchamp y Breton, entre otros, contando cómo funcionaba el mercado del arte (“en el mundo del arte, tener un mecenas es mejor que tener una amante”) y, además, cómo las mujeres artistas sufrían la humillación y el maltrato de sus parejas, como es el caso de la pintora francesa Dora Maar con Picasso, quien constantemente abusaba de ella. Leonora, sin embargo, reparó rápidamente en aquello, desafiando las normas, no se dejó ordenar por nadie, tal como contó a Elena en una de sus entrevistas: “yo no tuve tiempo de ser la musa de nadie. Estaba ocupa rebelándome de mi familia y aprendiendo a ser artista”. Leonora no quiso el lugar de musa, sino el de mujer creadora; no quiso ser guapa, sino fuerte y libre.

Durante los años cuarenta llega a México, lugar en donde se queda hasta su muerte. En México se enamora y desenamora, sufre, pero por sobre todo escribe, crea y resurge en ella su poderoso artilugio para sobrevivir al mundo: la pintura. Allí entabla amistad con las artistas Remedios Varos y Kati Horna, encontrando a su verdadera familia. “La amistad de Remedios es para Leonora un patio abierto, la certeza de que para ella se ha ido la soledad. Nadie le interesa tanto como ella, quisiera enseñarle sus lienzos, los cuentos que ha escrito, contarle su vida”. Se trata de amistades que salvan, teniendo en común su pasado europeo, la guerra, el arte y la orfandad. Ellas se acompañan, se consuelan y se animan, porque tienen las mismas razones para vivir. 


Elena Poniatowska (autora) y Leonora Carrington (protagonista).


Sin embargo, para Leonora, México sigue siendo un país extraño, en donde la gente vive apocada, temerosa y sometida, con autoridades que no hacen nada por sus ciudadanos. La artista vive con un pie en el mundo que la concibió, del que la separa todo un océano. “Hay veces en que Leonora camina sobre una isla: ¿Inglaterra?, ¿Irlanda?, ¿Tenochtitlan? Quizá una mezcla de las tres; el lugar que inventó y del que brotan las criaturas que la mantienen amarrada al atril”. En las calles de México, cada paso es un encuentro con su misterio, pero también con su magia porque sus gentes y sus sombreros coloridos son una fiesta que Leonora goza, admira y aprecia. Es en México donde logra reforzar su voz interior, encontrando su verdad, por eso a Leonora no le interesa reflejar en sus pinturas los mercados, paisajes o iglesias locales: ella pinta su mundo interior.

Leonora (1917-2011) en su taller en México.

Este libro está colmado de frases que me llegaron y que son muy sentimentales. Me cuesta explicar lo que me pasó al leerlo sin sonar tan cursi, pero lo cierto es que es un libro sumamente apasionante y logré conectar con la humana detrás del personaje, siendo la lectura toda una experiencia de principio a fin, bajo la vibrante pluma de Poniatowska. Aprendí mucho sobre Leonora, me interesé en su vida y su arte, y me llevó a un mundo que no conocía mucho: el surrealismo. Cuanto más pienso en esta novela, más me doy cuenta que estoy ante uno de mis libros favoritos para siempre. Y me encanta esta frase para terminar este escrito: “La finalidad de la vida no es prosperar, sino transformarse. Cuando uno se lanza a lo desconocido se salva.


Portada del libro
Pgs.: 512
Editorial Seix Barral