lunes, 30 de noviembre de 2015

Travesuras de la niña mala, Mario Vargas Llosa (2006)

Hace rato que tenía ganas de leer alguna novela de Mario Vargas Llosa. Siempre me ha llamado la atención la gran cantidad de libros suyos en cada librería; montones de títulos. Travesuras de la niña mala me la recomendó un vendedor en una QuéLeo y dio en el clavo.

Mario Vargas Llosa
Vargas Llosa nació en 1936 en Arequipa, Perú, y es reconocido como uno de los grandes escritores hispanoamericanos de todos los tiempos. Fiel representante del llamado Boom Latinoamericano, Vargas Llosa desafió los convencionalismos de la escritura incursionando en temas como la política, la crítica y el erotismo a través de nuevas técnicas narrativas. Es necesario señalar que ha ganado numerosos e importantes premios a lo largo de su carrera, entre los cuales destacan el Premio Nobel de Literatura concedido el 2010 y el Premio Príncipe de Asturias, en 1986. En marzo próximo cumplirá 80 años (¡!) y publicará su reciente Cinco Esquinas. Bien prolífico Mario. Bien.

El tema manifiesto de Travesuras de la niña mala es el de una historia de amor. Se trata de la relación tormentosa y enfermiza entre dos amantes que dura más de cuarenta años. Durante estos cuarenta años, el autor nos hace viajar por diversos escenarios geográficos y sociopolíticos: desde la conservadora Lima de los años 50, por el París turbulento y artístico de los 60, pasando por Londres de los 70, para llegar a la moderna Tokio y la desinhibida Madrid en los 80. Estas ciudades se transforman, a su vez, en verdaderas protagonistas de la historia, pues, Vargas Llosa se encarga de describir de manera muy prolija cada uno de los barrios en los cuales se desenvuelven los protagonistas, rescatando la esencia propia de cada uno de ellos, a través de las aventuras de los protagonistas, autoexiliados de Perú.

Ricardo Somocurcio es el narrador protagonista de esta historia que comienza en Lima cuando él era sólo un adolescente. Ricardo, después de la muerte de sus padres, vive con su vieja y querida tía en el barrio de Miraflores, el cual se ve sorprendido por la llegada de dos encantadoras hermanas, “las chilenitas”, que causan gran simpatía y admiración entre los jóvenes del barrio, debido a la picardía de sus bailes y sus cándidas sonrisas. Una de las chilenitas es Lily, quien se roba el corazón de todos, incluido el de Ricardo. Aquí comienzan las travesuras de la niña mala.

En su narración Ricardo nos detalla con lujo de detalles sus encuentros y desencuentros con Lily, la difícil “chilenita” que se enreda en su vida para siempre. La complejidad psicológica de Lily queda de manifiesto en las diversas caras que exhibe a lo largo de la historia, pues, en cada escenario la niña mala aparece y desaparece bajo múltiples máscaras: bien puede ser la tierna chilenita de la juventud o la inquieta camarada Arlette que llega arrancando a Paris, pero también es capaz de lucir con su elegancia como Madame Aurnox y la distante Mrs. Richardson, o desafiar a Ricardo como la excéntrica Kuriko, hasta llegar a conmoverlo como la pobre Otilita. Las constantes transformaciones de la chilenita dejan abatido a Ricardo, sin embargo, su amor hacia ella crece aún más, pues, se esfuerza por comprender el confuso mundo que rodea a su amada  para, de este modo, protegerla y justificar sus mentiras. La identidad de la chilenita es un completo misterio hasta casi el final de la historia. Es este viaje en el tiempo y en el espacio lo que llena de energía a la novela.

El amor, tópico popular por excelencia, se viste con los trajes de la decepción, la compasión y el erotismo. Ricardo y la niña mala cultivan una relación, quizás, de amor nada romántica, pero sí muy típica: la de los polos opuestos. Él, ya adulto, un traductor de la Unesco sin mayores aspiraciones que el día a día –“un pichiruchi”–, y ella, una mujer calculadora y ambiciosa dispuesta a todo, parecen el ejemplo perfecto de una pareja destinada al fracaso amoroso. La ambición de la niña mala y su intento por ascender socialmente son el motor que estimula esta historia. “Ya no era aquella muchachita vulnerable que, pasando mil pellejerías, había salido adelante gracias a una audacia y una determinación poco comunes; ahora era una mujer hecha y derecha, convencida de que la vida era una jungla donde sólo triunfaban los peores, dispuesta a todo para no ser vencida y seguir escalando posiciones”.

Mucho podemos discutir sobre el amor en literatura, sobre su grandeza, su perversidad, su ingenuidad, pero siempre tropezaremos con las mismas imágenes estereotipadas: el amor como sufrimiento y, a la vez, como felicidad. En esta historia el amor adquiere ambos rostros. Ricardo no sabe vivir sin la niña mala, es un amor morboso e inevitable que le causa mucho daño: “Porque, para qué negarlo, la amaba cada día más. Y la amaría siempre, aunque me engañara con mil fukudas, porque ella era la mujercita más delicada y bella de la creación: mi reina, mi princesita, mi torturadora, mi mentirosita, mi japonesita, mi único amor”. Amor enfermizo como amor incondicional. Dicho de este modo, puede que la trama cause cierto rechazo debido a lo aparentemente obvio de sus argumentos, pero no lo creo, pues, pese a lo irracional, es una historia compleja llena de símbolos que conmueven. A través de los personajes de Lily y Ricardo exploramos distintos ángulos de las relaciones humanas –la envidia, la decepción, la indulgencia, el desengaño, la alegría y lo ético en un ir y venir emocional.

Por último, respecto a la forma en que está escrita la novela, debo admitir que me gustó muchísimo. Aunque un capítulo se me hizo especialmente largo y un poco fatigoso (no diré cuál), como primera experiencia con Vargas Llosa puedo decir que quedé bastante complacida, y quiero seguir leyendo sus novelas. Travesuras de la niña mala es una narración rápida, ligera y muy cercana, con diálogos intensos, pero también divertidos. En definitiva, Vargas Llosa se la juega con esta suculenta historia de amor poco convencional, la de un hombre sometido a los antojos de una  decidida y valiente mujer. ¿Qué si recomiendo su lectura? Absolutamente sí.

Portada del libro
Editorial: De Bolsillo
Pgs: 418